Mst Khatun - Escapa con un Hot SEAL

[duky]

​

"Ginny".

Virginia Starr dejó de mirar el rostro preocupado de la mujer vestida de blanco que se reflejaba en el espejo de la pared. Se volvió para mirar a su mejor amiga. "¿Sí?"
Con dos dedos Molly hizo rodar la única perla del collar de oro, regalo de Ginny aquella mañana.
"Creo que quizá tengamos que enfrentarnos al hecho de que tal vez no venga".
Su dama de honor había utilizado un montón de palabras para eludir lo que realmente quería decir. Lo que podría haber sido expresado con una frase corta si Molly hubiera estado menos preocupada por no herir sus sentimientos. Abandonada en el altar.
O, más simple aún, una palabra: abandonada.
No importaba lo que Molly pensara. Ginny lo sabía. Sacudió la cabeza. "Dijo que estaría aquí, así que estará aquí".
El silencio de Molly mientras respiraba profundamente habló más de lo que podrían haberlo hecho las palabras.
Volviéndose hacia el tocador, Ginny extendió la mano y pasó la yema de un dedo sobre los delicados pétalos crepados de una peonía rosa.
Las peonías estaban intercaladas con rosas melocotón pálido y ranúnculos blancos, atados a mano con una cinta de raso azul cielo. Sencillo pero hermoso. Todo lo que había soñado y todo lo que había querido para el día en que se convirtiera públicamente en la Sra. de Thomas Grande.
Excepto que en sus sueños el novio no estaba desaparecido en combate.
El término "desaparecido en combate" le resultaba demasiado familiar, teniendo en cuenta a qué se dedicaba Thom.
Dejó a un lado ese pensamiento. No tenía por qué preocuparse. Al menos esta semana no estaba en una misión peligrosa y supersecreta... ¿o sí?
Sus ojos se abrieron de par en par. ¿Podría estarlo? ¿No se lo diría si le hubieran llamado?
No podía permitir que le asaltaran las dudas. Tenía que confiar en el hombre que amaba. El hombre con el que se uniría delante de amigos y familiares a los ojos de

Dios, si Thom alguna vez llevaba su trasero a la iglesia.

Un ligero golpe hizo que Molly se abalanzara sobre la puerta. Con la respiración entrecortada, Ginny se giró a tiempo para ver a sus padres asomados a la puerta.

"¿Cómo está?" La madre de Ginny se encogió al hacer la pregunta a Molly.
Qué bien. Ahora hablaban de ella como si no estuviera en la habitación. Frunciendo el ceño, Ginny contestó: "Estoy bien. Ya vendrá".
Dios, cómo esperaba que llegara.
"Me alegro de que no reserváramos ese salón de banquetes con el depósito no reembolsable", dijo su padre, en voz baja, pero lo suficientemente alto como para que Ginny lo oyera bien.

"Mm, hm", coincidió su madre, también en voz baja, pero también lo bastante alta como para que ella lo oyera.
Ginny apretó la mandíbula ante el giro que había tomado la discusión. Para empezar, ella nunca había querido el comedor.
Les había dicho que no reservaran el salón que quería su madre. Que el patio trasero de la casa estaría bien. Era más práctico dadas las circunstancias.
Molly la miró y luego volvió a mirar a los padres de Ginny. "Todavía tenemos un poco de tiempo".
El silencio de desacuerdo tácito fue, una vez más, ensordecedor. Ginny cerró los ojos y se preguntó, no por primera vez, por qué había elegido celebrar la ceremonia y el banquete en la iglesia.

por qué había decidido celebrar la ceremonia en la iglesia y el banquete con amigos íntimos y familiares. Por qué Thom y ella no se habían fugado y lo habían dejado así.

Entonces abrió los ojos, se miró en el espejo y recordó por qué se había sometido a aquel estrés innecesario.

Le encantaba su vestido, aunque fuera sencillo y de unos grandes almacenes porque no habían tenido tiempo para nada más.


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