A sus cincuenta y cinco años Emilia descubre que ese hombre, con el que sueña frecuentemente desde su niñez, existía. No era ni una utopía ni una construcción quimérica —como opinaba su madre—, fue un genovés que llegó a la Argentina a mediados del 1800. La protagonista, junto a su hermana Ana Paula, averigua su nombre: Luciano Denegri. A partir de ese momento trascendental Emilia comienza a recordar una vida pasada a través de los sueños. Una sucesión de vivencias que al principio no siguen un orden cronológico y una lectura de registros akáshicos, en la que él le pide perdón, la obsesionarán. Paralelamente Ana Paula encuentra datos corroborando la realidad de los sueños, pero decide no contárselo ni a Emilia ni a Florencia, la otra hermana de las dos; esta decisión la llenará de culpas frente a un final inesperado.
Una historia narrada a dos voces: la de Emilia y la de Ana Paula.
